F*CK SPOTIFY: Careta Radio celebra el éxodo de artistas de la plataforma que ahora se dedica a financiar la guerra

La polémica explotó
cuando se confirmó que Daniel Ek, fundador y CEO de Spotify, lideró una ronda
de financiamiento de 600 millones de euros para la empresa alemana
Helsing, dedicada a desarrollar inteligencia artificial para sistemas de
combate: drones, submarinos, aviones autónomos y software de análisis para
misiones de guerra. Helsing se presenta como “IA al servicio de las
democracias” y ha pasado de ofrecer software militar avanzado a diseñar
tecnología de ataque autónoma.
La inyección de Ek, canalizada a través de su
fondo de inversión Prima Materia, elevó la valoración de Helsing a unos 12.000
millones de euros, y lo posicionó como presidente del directorio de la empresa.
Frente a las críticas
de que Spotify, por extensión, financia el esfuerzo bélico, Ek defendió
públicamente su decisión. Aseguró que se trata de una apuesta “ética, ambiciosa
y estratégica” para el fortalecimiento de la defensa europea, y que “el mundo
enfrenta desafíos sin precedentes, por lo que Europa necesita prepararse”. Dijo
además que “sabía que habría críticas, pero siento que esto es lo correcto”.
Éxodo musical en señal de protesta
Diversos artistas y
sellos independientes comenzaron a retirar su música de la plataforma en señal
de repudio.
La banda australiana King
Gizzard & The Lizard Wizard publicó un mensaje directo: “Spotify CEO
Daniel Ek invierte millones en tecnología de drones militares. Acabamos de
retirar nuestra música de la plataforma.”
Los estadounidenses Deerhoof declararon: “No queremos que nuestra música mate gente” ni que “nuestro éxito esté ligado a tecnología bélica de IA”.

La banda Xiu Xiu calificó a Spotify como un “portal infernal de basura y Armagedón”, e instó a su público a cancelar sus suscripciones.
Desde el norte de
Europa también se escucharon voces firmes. Los finlandeses The Vantages,
en una entrevista exclusiva con el Comité de Careta Radio, cuestionaron a
Spotify: “Spotify no es música, es mercado. Y el mercado no nos representa.”
La
banda sueca Dead Pollys fue aún más tajante: retiró todo su catálogo de
la plataforma y sostuvo: “No queremos ser parte de un sistema que lucra con la
guerra mientras precariza a los músicos.”
La cantautora Leah
Senior, el sello holandés Kalahari Oyster Cult y artistas como Skee
Mask y Poolroom también se sumaron al boicot. El sello Joyful
Noise, que representa a varias de estas bandas, admitió estar
“conmocionado” por haber financiado “inadvertidamente la máquina de guerra
global”.

Incluso el rapero Snoop
Dogg reveló que, tras alcanzar mil millones de reproducciones en Spotify,
cobró apenas unos 45.000 dólares en regalías. Calificó ese monto como
inaceptable y anunció que abandonaba definitivamente la app: “No quiero tener
nada más que ver con Spotify; de ahora en más solo estoy en Tune.FM.” Spotify
respondió que esas cifras no coinciden con los pagos promedio y que un billón
de streams suelen generar millones en royalties, aunque admitieron que quizá
parte del problema residía en los contratos con sellos y editores.
Aun así, el
gesto de Snoop se sumó al coro global de deserciones. Informes indican que
planea migrar su catálogo completo a Tune.FM, una plataforma basada en
blockchain que paga hasta el 90 % de ingresos directamente al artista.
Las razones para
retirarse de Spotify son tanto éticas como económicas. Varias bandas criticaron
el modelo extractivo de la plataforma —con regalías a menudo miserables—
mientras alimentan negocios especulativos o armamentistas.
El arte no debe financiar la guerra
La inversión de Ek en
Helsing obliga a discutir las relaciones entre tecnología, cultura y política.
Esta situación expone una contradicción alarmante: que los ingresos del arte
independiente terminen financiando desarrollos de guerra y vigilancia.
Spotify ya no es solo una plataforma de música con problemas de regalías. Es un actor económico con intereses geopolíticos. Los artistas que se retiran no solo lo hacen por ingresos injustos, sino por conciencia ética.
